El 17 de marzo de 1646, José de Calasanz recibe la noticia más dura de su larga vida. Las Escuelas Pías, la obra de toda su vida, quedaron heridas de muerte. Muchos maestros abandonaron las escuelas y se prohibió el ingreso de nuevos candidatos. Se daban las condiciones para que, en poco tiempo, se tuvieran que cerrar unas escuelas que habían hecho tanto bien a los niños pobres. La situación se volvió prácticamente insostenible y el desánimo se extendió por todo el Instituto.
Esa misma noche, José de Calasanz escribe a sus hermanos animándoles a seguir trabajando en las escuelas a pesar de tan mala noticia: No dejen de continuar con alegría el Instituto y de estar unidos y en paz, esperando que Dios lo remediará todo. (EP 4342).
Han pasado casi 400 años y la historia se repite. Por otras razones, la escuela venezolana está en una situación de extrema gravedad y con un gremio docente muy desanimado. Hay muchos maestros titulados que abandonaron su trabajo, hay planteles que están sumamente deteriorados y la sociedad no termina de reaccionar con acciones eficaces ante tamaño desastre para el futuro de sus hijos. El resultado más visible es que hay muchos niños sin posibilidad de asistir a una escuela, un hecho insólito en la historia del país.
Si Calasanz viviera hoy, no permitiría que se cerrara ninguna escuela que dependiera de él. Me imagino dando ánimo a los maestros, escuchando sus problemas, buscando recursos por medio mundo y convenciendo a los padres de la importancia de colaborar con tan noble causa. Me lo imagino luchando con pasión por mantener abiertas las escuelas.
Cuando el Papa Francisco llama con insistencia a reconstruir el pacto educativo entre la escuela, la familia y a la sociedad, parece oírse la quebrada voz del “santo de los niños”: “permanezcan unidos y en paz, que Dios nos remediará”. La unidad entre todos los actores implicados en la educación de la infancia es el camino que conduce a la salida de la crisis.
Saldremos adelante si unimos esfuerzos con los padres de nuestros alumnos y unidos a nuestra madre Las Escuelas Pías. Nuestras escuelas se mantendrán en pie y con identidad católica si somos capaces de hablar un mismo lenguaje y caminamos en una misma dirección. El “pacto educativo” que impulsa el Papa Francisco se hace muy necesario en Venezuela.
Estamos convencidos de que Dios bendice este pacto y nos dará fuerzas para seguir trabajando por garantizar el derecho a la educación de los niños y jóvenes de Venezuela.
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